Las teorías implícitas son una fuente constante de errores en nuestro día a día, incluyendo el ámbito de estudio. Como su nombre indica, son teorías sin fundamentación real con las que nos guiamos en multitud de aspectos, creadas a partir de experiencias personales que pueden ser desde vivencias que hemos tenido hasta ideas concebidas a partir de enseñanzas erróneas.
Podemos ver este caso en el ámbito estudiantil cuando pedimos a un compañero que nos explique un área de la que no domina mucho: es muy probable que introduzca creencias personales y que a su vez complete las lagunas de memoria con lo que él cree que debe ir allí.
El problema de estas teorías es que dificultan el aprendizaje de los conocimientos reales. Una teoría implícita está tremendamente consolidada en nuestra mente, la aplicamos de forma habitual y no suele haber intención de comprobar su autenticidad al no fallarnos cuando la explicamos ni encontrar alguien que nos corrija.
Cuando estudiamos de forma repetitiva no profundizamos en nuestro propio conocimiento, donde se puede llegar a un peligroso estado en el cual coexista la teoría implícita y la teoría real.
En esta situación estaremos haciendo esfuerzos constantes por recordar que la correcta es la estudiada, y a medida que pase el tiempo y
cedamos los repasos a otros contenidos se difuminará la auténtica teoría, quedando por encima la implícita y a su vez incorrecta.
Para poder evitarlas debemos primero reconocerlas, sabiendo en qué puntos tendemos a pensar según nuestra intuición. Los conocimientos auténticos se encontrarán en el material que utilicemos de estudio por lo que cuando nos encontremos un error que se base en esta suerte de intuición deberemos marcarlo explícitamente en el material, acentuando la importancia de repasarlo con mayor profundidad.
Si no lo hacemos así es muy probable que entremos en la dinámica de corregirnos mentalmente cada vez que
retomemos ese tema, lo cual solo hará que llegado el momento de la evaluación nos equivoquemos muy probablemente a favor de la teoría implícita.
Por ello es fundamental tratar de crear un conocimiento basado en conceptos y no en repetición, ya que las teorías implícitas no se mantienen por repetirlas sino por creer realmente que son ciertas.